martes, 2 de julio de 2013

HUMEDALES


conservación de los humedales 

 

Una de las aves que contribuye a la conservación de humedales naturales es la garza, y para deleite de los que vivimos en Nuevitas, se encuentra en nuestro entorno.

En el mundo existen 65 especies de garzas muchas de las cuales se han convertido en símbolo de la  conservación de los humedales naturales.

En Cuba hasta la fecha se conoce la existencia de 12 especies, de las cuales 10 se han visto en el municipio Nuevitas y para identificarlas estas se dividen en tres grupos de acuerdo con su coloración: blanca, oscura y las de ambas variantes.  
Según el biólogo nuevitero Omilcar Barrios, en el grupo de las garzas blancas se encuentran  la Garza de Rizo, la Garza Ganadera muy común en esta ciudad costera, y el Garzón Blanco de patas negras.
 
Entre las oscuras están el Guanabá de la Florida, el Guanabá Real, ambos depredadores de los huevos y pichones de otras aves acuáticas y el Aguaitacaimán, una garza pequeña solitaria de colores marrón y verdusco, vista muy a menudo en las zanjas de la ciudad.
 
El resto de las garzas son las que tienen las dos variantes de coloración, tanto blanca como oscura, y en este grupo está la de vientre blanco, la cual es azul en la parte superior, la Garza Azul con puntos blancos, y el Garcilote, una de la aves más grandes que tenemos en Cuba.
 
Ellas son aves altamente especializadas en la captura de presas vivas, se alimentan generalmente de pequeños vertebrados, peces, ranas, y varios tipos de invertebrados, insectos, caracoles, gusanos, crustáceos y otros.
 
Estas especies de aves presentan escaso dimorfismo sexual, lo cual significa que macho y hembra son muy similares en peso, tamaño y aspecto.
 
El vuelo de las garzas es por lo general lento y pesado, en las especies mayores como por ejemplo el Guanabá de la Florida, vuela con velocidades  de 32 a 56 kilómetros por hora,  y el Aguaitacaimán entre 29 y 57 k/h.
 
Con respecto a la reproducción, son mayormente monógamas estacionales, lo que significa que forman parejas pero solo  se mantiene  unidas por una estación de crías, es decir que al otro año se aparean con otro individuo.
 
Estas nidifican en diferentes sustratos, suelo, árboles, vegetación acuática, generalmente en lugares cercanos al agua, pues allí tiene seguro su alimento.
 
Pueden tener de dos a tres puestas al año, cada una de  tres a siete huevos, los que incuba entre 14 y 30 días y los pichones permanecen en el nido sólo entre dos y 13 semanas, en dependencia de la especie y el tamaño.
 
Es muy positivo saber que Quintana Roo cuenta con un variado número de estas aves acuáticas;  nuestro deber es hacer todo lo posible por conservarlas para que continúen siendo la especie distintiva de los humedales naturales.

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